sábado, 6 de septiembre de 2008

No Lloverá Por Siempre... (Parte 5)


Tenía ciertos ahorros, que le alcanzarían por un tiempo mínimo para pagar su renta, sin embargo no podía estar sin trabajar, había renunciado a su trabajo anterior para que Alex no la buscara pero debía encontrar trabajo pronto, no quería recurrir a la ayuda de nadie y no quería tener muchos apuros económicos, ella se metió en todo y ella debía salir sola.
Se le antojaba un cigarro como nunca en la vida, pero había decidido dejarlo por respeto a su hijo o hija.
Por suerte encontró un trabajo de recepcionista, no hacía tanto esfuerzo y no estaba tan mal pagado. Aún no se notaba su embarazo, no sabía si estaba emocionada o triste, no sabía si quería que se le notara mucho su panza o no, y aún no tenía muchos “achaques”, no había ido al doctor, no tenía mucho tiempo y confiaba en que todo estaría bien, aún no tenía los 3 meses.
Una noche al llegar a su casa comenzó a sentir que su dolor abdominal aumentaba, pensó que hasta cierto punto sería normal, pero ya era demasiado fuerte para serlo y de pronto sintió que algo húmedo le corría por las piernas, le sorprendió demasiado ver que era sangre, se cambió rápido y le pidió a una migo que vivía muy cerca de su casa que la llevara rápido a un doctor, ella llegó muy alterada y él al ver que estaba toda ensangrentada se asusto demasiado y sin perder tiempo se fueron al hospital. Ahí la atendieron rápido pero desgraciadamente la mala noticia que le faltaba era saber que había perdido al bebe, su embarazo era de alto riesgo y jamás se cuidó, porque jamás se enteró. Ella se deprimió bastante, en su trabajo le dieron incapacidad y solo se la pasaba en cama, llorando, casi no salía de su casa y casi no comía. Se repuso solo lo suficiente para tolerar salir a trabajar, pero de ahí en más no hacía mucho.
Una tarde salió con una amiga y bebió de más, se sintió muy bien y sus visitas a los bares o sus compras de alcohol se hicieron mas frecuentes, se rodeo de malas personas, bebía si control y a sus borracheras o resacas se le había sumado el insomnio. Fue un día en que su amigo la visitó para evitar que siguiera con esa vida que discutieron como nunca, gritaron, se pelearon y ella lo corrió de su casa quedando sola de nuevo, ya era noche, estaba cansada y no podía dormir, no había bebido nada más allá de una cerveza, pero tampoco había comido bien, lo único que quería era dormir para dejar de llorar, así que recurrió a unas pastillas para dormir, las había comprado hacía ya mucho tiempo pero jamás había tomado ni una por miedo a dormir de más y no llegar a tiempo a su trabajo, pero ahora su desesperación era total y al día siguiente descansaba. Tomó más de 3 dosis, estaba quedándose dormida cuando escuchó que tocaron la puerta, era su amigo, había olvidado algo, pero ella aún estaba enojada con él, le permitió pasar pero no le dirigió la palabra y al dar la vuelta para alejarse, se desvaneció… el viaje al hospital se repetía.

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